RED: Imagina

Monday, June 04, 2007

Brenda y La Karakola en Santiaguito

Mayo 5, 2007

Nos jugamos por la fuerza de lo escénico. Subio Arturo, había cientos de personas. Y estábamos atrás del estacionamiento y los juzgados, se veían las torretas. Tokó con su flauta una kanción sobre una Paloma. Para la Paz, para la Libertad, su flauta tenía un sonido claro, fuerte. Después luz gitana bailó la danza del corazón, kon la música “Weather Storm” y el latido de un corazón, ke alguien se niega a escuchar, pero al aceptar escucharlo aklkanza la libertad.

Después Brenda subió, mientras se escuchaba “Oleada” de Julieta Venegas.
Explicó lo ke habíamos hecho y preguntó si no desperdiciábamos demasiado esfuerzo en dudar sobre lograr la libertad de l@s pres@s, o en tener diferencias. Pidió entonces ke todos se pusieran de pie, ke pusieran sus manos sobre el pecho, allí donde está el korazón, y pusieran TODA SU INTENCION en ke los presos, las presas de Oaxaca, de Aternko, de Mérda, de México, del Mundo, salieran libres. Fue emocionante.

Unos compas habían escrito los nombres de las presas y los presos en unas estrellas azules, globos que de pronto surkaron el cielo. Libres…

Burbuja para RED

México muestra cómo un país puede ser libre: Spencer Tunick

La instalación sirve para ver al cuerpo desnudo con alegría y cariño, asegura Posan para el fotógrafo estadunidense unas 19 mil personas, es su obra más concurrida
MERRY MACMASTERS, La Jornada

¿Alguien tiene una toalla?, preguntó un sudoroso Spencer Tunick antes de dedicarle "cinco minutos" a la prensa, acordados de antemano, al término de su instalación masiva de desnudos en el Zócalo que, al reunir a alrededor de 19 mil personas, rompió récords, aunque después se dijo que de eso no se trataba.

"Acuérdense -explicó-, que le he dedicado mucha atención a la prensa. Ahora, mi corazón está con los participantes, así que voy a reunirme con mis colaboradores."
Antes de regresar a la Plaza de la Constitución, Tunick dijo no saber con exactitud cuánta gente acudió a su llamado: "Eso reitera que no trabajo con récords, sólo creo formas con cuerpos humanos. Se trata de una abstracción, un performance, una instalación.

"De manera que no me importa cuánta gente haya asistido. Lo único que sé es que llené el espacio que quería llenar. Hice mi arte y fue maravilloso". En todo momento, sin embargo, se habló de rebasar la cifra de 7 mil personas alcanzada en Barcelona. Inclusive, el viernes pasado Tunick comentó que México podría ser su obra "más grande" hasta el momento.

Para Gerardo Estrada, coordinador de Difusión Cultural de la UNAM, dado que México es una sociedad con "ciertos aires conservadores", pero, sobre todo que es una de las ciudades más grandes del mundo, el porcentaje de participantes tenía que ser "representativo".

Ya encarrerado, Tunick pidió mirar hacia el sur, "desde Estados Unidos hacia la ciudad de México, para ver cómo un país puede ser libre y tratar el cuerpo desnudo, no como pornografía, no como un crimen, sino con alegría y cariño.

"También quiero que Europa vea hacia Occidente. Hay algo que pasa en la ciudad de México, es cultural, va a explotar, será grandioso. Las más grandes y novedosas cosas puedan salir de aquí. Su gente es la más cálida y de gran corazón. Para mi el corazón de Latinoamérica ahora es México."

Dedicó su instalación no sólo a los participantes, sino a "todos los artistas mexicanos que he conocido en la feria de arte Maco y alrededor de la ciudad".

Tanto Elena Cepeda, secretaria de Cultura del Distrito Federal, como Estrada, elogiaron el comportamiento de los participantes, aunque se reconoció que no todo el mundo tuvo acceso al Zócalo por la necesidad de plegarse al horario ante la eminente salida del Sol.

La última toma, surgida de manera espontánea con sólo las mujeres, produjo una especie de enfrentamiento. Con los hombres libres para vestirse, que representaban 75 por ciento de los participantes, algunos grupos empezaron a acercarse demasiado a las mujeres, inclusive, sacar fotos con sus celulares, hasta que los voluntarios "los corrieron", dijo Mireya Escalante, coordinadora del proyecto junto con la Fundación Murrieta. No se prohibieron los celulares por considerar que muchos no vendrían.

Marco Antonio Hernández Murrieta, presidente de la fundación, señaló que la entrada al Zócalo fue "muy fluida". Se empezó con 150 personas por minuto, cifra que llegó a 210 a la hora del cierre. Se había establecido las 5:30 horas como límite de entrada, anotó Elena Cepeda, sin embargo, todavía se extendió media hora más.

A las 7:18 horas, al empezar la primera de un bloque de tres fotografías, las más grandes, la temperatura era de 22.5 grados. A las 7:34, cuando se terminó la última, ya había ascendido a 24.1 grados, de modo que "nadie va a resfriarse", indicó Hernández Murrieta.

Es indudable que la alta asistencia de participantes sorprendió a todos. Si antes de su realización se hablaba de hasta 40 mil inscritos, basado en experiencias anteriores sólo la mitad solía presentarse, y en Latinoamérica era 30 por ciento.

Tan nutrida respuesta provocó cambios. Por ejemplo, la toma sobre la Avenida 20 de Noviembre se había planteado de otra forma, pero al parecer "el número de personas no le permitió a Tunick hacer lo que tenía pensado", apuntó Mireya Escalante.
Agregó que el artista se sintió muy nervioso en muchos momentos, pero "más que nada por el inminente amanecer, que limitaba el tiempo".

Respecto a lo que sigue, el artista estadunidense , luego de regresar a Nueva York, llevará su material al laboratorio en el transcurso de unos cuantos días. Luego, viene la tarea de analizar y decidir cuál de sus tomas va a imprimir. Por esa razón, se tardará en entregarle su fotografía a cada uno de los participantes inscritos debidamente.

Una vez tomada la decisión, "Spencer nos mandará la foto para que el Laboratorio Mexicano de la Imagen imprima todas las copias. Queremos que ese proceso coincida con la exposición que el artista tendrá del proyecto en septiembre en el Museo Universitario de Ciencias y Arte, de Ciudad Universitaria", indicó Escalante.
Elena Cepeda invitó a Tunick y las autoridades de la UNAM para que la muestra también se haga en el Museo de la Ciudad de México.

Zapata, Abril 10

Pedro Miguel
La Jornada, Abril 10, 2007

No hay nada más viejo que la modernidad, nada más planetario que el terruño, nada más impotente que el poder omnímodo. Hace poco menos de un siglo, unos campesinos "que no querían cambiar y que, por eso mismo, hicieron una revolución" (Womack), organizaron la "comuna de Morelos" (Gilly) que, en sus formas de ejercicio del poder popular, revivía a la de París y se emparentaba con los soviets obreros surgidos, por esos tiempos, en Petrogrado, al otro lado del mundo. Y esa vieja historia se representa en un nombre: Zapata.

Por aquel entonces los "científicos" porfirianos se afanaban en atraer a México inversiones extranjeras y en insertar al país en la economía mundial. La paz y la estabilidad eran sus palabras favoritas, recurrían a cualquier cosa para garantizar su permanencia en el poder -trampas en las elecciones, represión feroz a los opositores-, rendían culto a los capitales foráneos -les entregaron los campos petroleros, las minas, los bancos, las comunicaciones, los comercios, los servicios de pavimentación y drenaje- y eran promotores y beneficiarios de la concentración de la riqueza y de una terrible desigualdad social.

Tal vez sea ésa la raíz más vieja de una fractura (social, política, moral) que durante décadas pareció hallarse en vías de solución, o cuando menos enterrada, y que ha ido emergiendo conforme la historia se rebobina: la burocracia que cuajó de la Revolución entrega el poder a los liberales, y éstos, a los conservadores. A este paso, Benito Juárez -o tendrá que bajarse del bronce y revivir en las consignas. O Miguel Hidalgo.

Los "científicos" porfirianos eran globalifílicos, por más que el adjetivo, insulto que les salió por la culata a los descalificadores de movimientos de resistencia local, aún no hubiese sido acuñado. Sus sucesores actuales no tienen la dureza facial necesaria para asumirse como herederos políticos e ideológicos de los varios porfiriatos que en el mundo han sido, todas esas tiranías oligárquicas publicitadas como fórmulas de progreso; pero pululan por ahí, enarbolando verdades que no requieren de demostración y que, cuando se someten a la prueba de laboratorio de un país cualquiera, dan como resultado un desastre humano.

Zapata anda también de un lado a otro, muy activo en estos años. Se le busca como fuente de inspiración en las poblaciones rurales ofendidas, en los asentamientos abandonados, en las movilizaciones en defensa de la libertad, del salario y de la tierra. La consigna que lo invoca empieza a una sola voz, como una especie de lamento espectral y lejano que crece, se multiplica en las gargantas de los presentes y estalla en un ritmo furibundo y festivo. Un emblema en los encuentros altermundistas que ocurren en varios continentes es el retrato del caudillo, otra palabra a la que se inyectó desprecio ilustrado, y cuyos significados reales son "hombre que guía y manda la gente de guerra" o "que dirige algún gremio, comunidad o cuerpo".

Zapata vive porque nada hay más moderno que lo ancestral, porque no hay forma más eficaz de incidir en el mundo que la gesta local, y porque nada es más poderoso que la impotencia de los desposeídos.